
Los Maestros y sus Discípulos, una Hermandad
Somos una Gran Hermandad y los lazos que nos unen son infinitamente mayores a los que unen a los diferentes integrantes de las familias terrestres, nuestras vidas se entrelazan a lo largo de los siglos, hemos permanecido juntos en diferentes épocas, lugares, en diferentes etapas de la evolución. Nos hemos visto crecer unos a los otros siguiendo la radiante luz de nuestro Divino Maestro. Nos hemos visto caer y han sobrado manos de donde asirnos para levantarnos, hemos visto caer a otros y nuestras manos han sido las primeras en ser tendidas hacia los hermanos.
Hemos quitado nuestras túnicas para vestir a otros, descalzado nuestros pies para auxiliar a otros, nuestras lágrimas han brotado siempre motivados por el dolor ajeno, pero nuestro gozo se ve multiplicado por las conquistas que nuestros hermanos hacen a cada momento.
Algunos nos visten con aureolas misteriosas y nos esconden detrás de una multitud de símbolos, palacios o cavernas, pero si nos buscaran en la tierra, nos podrían encontrar allí en los basureros ayudando a quienes de eso hacen su vida, o en aquellas regiones en donde no existen hospitales, entre las tribus, entre los niños desamparados, en todas aquellas regiones en donde la buena voluntad de la humanidad no ha podido llegar.
Así somos nosotros y no nos importa si estamos vestidos de blanco con túnicas resplandecientes, con cintas de plata o estrellas adornando nuestra frente, si todo eso nos impide acercarnos a aquellos a quienes debemos ayudar, somos seres iguales a ustedes pero que simplemente empezamos antes nuestro camino.
Para todos aquellos que trabajan abnegadamente desde afuera, siguiendo su propia luz interior, para todos aquellos soldados que luchan por sembrar la luz en un mundo de tinieblas, hoy quiero decirles que no se encuentran solos, los ejércitos de Dios se encuentran diseminados en la superficie del mundo, muchos soldados viajan incógnitos dispuestos a reconocerse en sus obras, en sus palabras o en sus pensamientos. Miren a través de los ojos del alma, vayan más allá del mundo de las formas y encontrarán a esos soldados dispuestos a entregar sus vidas, si es necesario, con tal de que la voluntad divina se cumpla en la tierra.
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